viernes, 6 de febrero de 2009

Vale por seis porvos


Bucear en la historia es una actividad enriquecedora siempre que se haga con ánimo sano y no por puro afán revanchista o por armarse de argumentos para atrincherarse y lanzárselos, cual bomba de mano, al rival ideológico. Como reza la letra de una popular canción “dicen los viejos que en este país hubo una guerra ...” y esa guerra, la Guerra Civil española, esta plagada de hechos sangrientos, hasta salvajes (el repertorio de formas de asesinato en nuestra Guerra Civil supera la imaginación de cualquier guionista de película gore), pero también de anécdotas chungas y grotescas. Me voy a quedar en una de estas últimas refiriéndome a un vale expedido por uno de esos comités anarquistas que campaban a sus anchas por los pueblos y ciudades de la zona republicana. Como se sabe, un vale es un bono o tarjeta que se entrega como contraprestación por algún servicio o mercancía y sirve para adquirir algo en contrapartida. Pues bien, el autoproclamado Comité de Milicias y Defensa de la Ciudad expidió en Toledo el 21 de septiembre de 1936 un “vale por seis porvos con la lola” y en nombre de “Er Comite” firma “Responsable”. Si hasta lo aquí trascrito da para mucho cachondeo, la coletilla que figura al pie ya es impagable: “No se puede trasferí”.
Yo propongo a los historiadores que investiguen bien las circunstancias en que nació el expresado documento porque permitirá arrojar luz sobre la génesis y desarrollo de nuestra Guerra Civil. Hay algunos datos que necesitan una aclaración. Primero de todos ¿quién era la Lola?. Evidentemente una proletaria del sexo, es decir, una puta. Pero, ¿era lo que se dice una mujer de rompe y rasga o más bien un adefesio ?. Aclarar esta cuestión permitirá esclarecer otras dos cuestiones interesantes: a quién se expidió el vale y qué meritos reunió para hacerse acreedor a los “seis porvos”. Por que hay que reconocer que no valen lo mismo “seis porvos” con Elsa Pataky, que “seis porvos” con Rossy de Palma, por ejemplo. Entiendo que para seis polvos con una mujer de primera habría que haber hecho algo auténticamente heroico, como lanzarse a pecho descubierto contra las defensas del Alcázar volando algún nido de ametralladoras. Por el contrario, para seis polvos con un putón desorejado bastaría algo menor, como haber encontrado algún curilla escondido o, al menos, un sacristán, o incluso haberle conseguido una botella de buena cazalla para “Er responsable”. Yo me inclino por pensar que la desconocida Lola debía ser más bien lo segundo que lo primero, por cuanto de haber sido una mujer de rompe y rasga a buen seguro que por seis porvos los aguerridos anarquistas habrían tomado el Alcázar y lo que se terciase. Pensad, ¿qué no haría uno por seis polvos con una mujer como Elsa Pataky ?. No uno ni dos, ¡¡ sino seis !!.
Otra cuestión a aclarar, que tampoco es menor, es si los “seis porvos” se debían cobrar “al contado” o “a plazos”. La cuestión no deja de tener su importancia, por que si el acreedor, posiblemente un fervoroso miliciano anarquista, tenía que pegarle seis polvos seguidos a la Lola, ya me diréis como llegaría el amigo al día siguiente a la línea de asedio del Alcázar. Ahora me explico por qué ni con dos bombazos que volaron medio edificio al Tajo, pudieron tomarlo. ¡Y luego dirán que fue merito de los defensores !. Un huevo. Fue la Lola. ¿No sería una agente franquista infiltrada?.-
Yo creo que lo anterior sería lo más importante a aclarar en el documento de marras. Una cuestión menor sería la de determinar quién es el autor del vale. Aunque es evidente que poner nombre y apellidos al que firma como “Responsable” no tiene el mismo aliciente que lo anterior. Como los anarquistas, tan amantes de la libertad propia, huían como de la peste de cualquier denominación que tuviese connotaciones jerárquicas (como “jefe”, “presidente” o “autoridad”), con ese nombre de Responsable designaban al jefe de cualquier Comité revolucionario. Debía tratarse por tanto de cualquier mandamás anarquista de la zona de Toledo con un evidente odio hacia la lengua de Cervantes a la que asesinó en apenas una decena de palabras.-
Ya por último una breve referencia a ese enigmático “no se puede trasferí”. Yo creo en esa frase está la quintaesencia del anarquismo en estado puro. Solo por esa expresión este documento debiera figurar en los ensayos más serios sobre la ideología anarquista, junto con las aportaciones de Proudhon, Bakunin o Kropotkin. ¿Que exagero ?. Lo más mínimo. La imposibilidad de transferir el vale lo deja fuera del comercio capitalista. Si pudiera transferirse el vale, yo, José, que tengo un vale de seis polvos con la Lola, podría cambiárselo a Antonio, desesperado este por una moza, por sus veinte botellas de orujo. Y luego esas veinte botellas de orujo, yo podría cambiárselas a Pedro por su rebaño de treinta ovejas y así, pasito a pasito, con ese cochino comercio capitalista, podría llegar a convertirme en un cerdo plutócrata. Un opresor de la clase proletaria. Ese “no se puede trasferí” es un torpedo a la línea de flotación de la economía de mercado. Es más letal para el capitalismo que una hipoteca suprime a un ninja de Lavapiés.-
Si os pensáis que el citado vale no existe. Aquí os mando su reproducción, evidentemente fidedigna porque es imposible que alguien se le pueda ocurrir algo así (ni siquiera a un humorista de la Codorniz o del Jueves en una noche de pedo).-