"El nacionalismo es la chifladura de exaltados echados a perder por indigestiones de mala historia." –Miguel de Unamuno-
El pasado 19 de junio el municipio de Arrigorriaga en la provincia de Vizcaya saltó a los titulares de los medios de comunicación con ocasión del asesinato a manos de la organización terrorista ETA del inspector de la Policía Nacional Eduardo Puelles.
Algunos medios de comunicación al narrar el asesinato del inspector de la Policía Nacional se hicieron eco de una antigua leyenda que explicaría el nombre del municipio. Arrigorriaga significa en euskera lugar de piedras rojas. Según dicha leyenda Arrigorriaga se llamaba antiguamente Padura y fue el lugar de una legendaria batalla que enfrentó a vizcaínos con leoneses. En esa batalla tanta fue la sangre de leoneses que vertieron los vizcaínos que Padura pasó a llamarse Arrigorriaga, lugar de las piedras rojas. Otros, por el contrario, opinan que el nombre tiene su origen en las minas de hierro que había en la zona, mineral que daría una tonalidad rojiza a las piedras.
Esta leyenda fue elevada por el nacionalismo vasco a la categoría de hecho histórico y fue muy utilizada a finales del siglo XIX y principios del XX para defender el derecho histórico de la nación vasca a su independencia. Incluso uno de los batallones de gudaris formados por el gobierno vasco durante la Guerra Civil llevaba el nombre de Padura, en alusión a la citada batalla.
Pero lo cierto es que la batalla de Arrigorriaga o de Padura es sólo una leyenda con escaso o nulo fundamento histórico. Aparece por primera vez en el siglo XIV en el Livro dos Linhagens, que el portugués Pedro Alfonso, conde de Barcelos, escribió para justificar el origen nobiliario de Juan Núñez de Lara y María Díaz de Haro, Señores de Vizcaya. Según el portugués un tal Froom, hermano del rey de Inglaterra, acaudilló a los vizcaínos que se enfrentaron a un conde asturiano que les reclamaba el pago de un tributo. De este Froom nacería la dinastía de los Haro. Ya en el siglo XV Lope García de Salazar volvió a escribir sobre la leyenda, siendo esta la versión más conocida. Jaun Zuría o Señor Blanco, mítico primer Señor de Vizcaya, hijo de una princesa escocesa y del duende Culebro, lideró a los vizcaínos en una batalla frente a los leoneses en Padura, que paso a llamarse Arrigorriaga “... que quiere decir en vascuence peña bermeja ensangrentada ... por la mucha sangre que allí fue vertida ...”. El motivo de la disputa fue el apoyo de los vizcainos a los castellanos que luchaban por su independencia de León “En esta sazón se alzó Castilla Vieja contra los reyes de León ... y el rey de León guerreara mucho con Vizcaya, porque era de Castilla”.
Ambos textos tenían como finalidad ennoblecer el linaje de los Señores de Vizcaya, a los que emparentaban con los reyes de Inglaterra o los de Escocia, pero no tienen ningún respaldo en fuentes históricas coetáneas ni posteriores donde no se cita la batalla. A pesar de tan endebles mimbres, la leyenda de la batalla de Padura o de Arrigorriaga fue considerada un hecho histórico cierto por los autores que defendían los derechos forales de las provincias vascas y luego por los nacionalistas vascos. Sabino Arana la convirtió en un hito de la sempiterna guerra entre españoles y vascos y la base para sostener el derecho histórico de la nación vasca a su independencia. En su obra Bizcaya por su independencia, obra fundamental en el nacimiento del nacionalismo vasco, Sabino Arana escribe “...nuestros padres vertieron su sangre en Padura por salvar Bizcaya de la dominación española, por la libertad de la raza, por la independencia nacional...”. Además de ser un puro anacronismo utilizar un concepto como “nación” para referirse a hechos ocurridos en la Alta Edad Media, Sabino Arana aderezó su relato sobre la batalla con detalles sacados de su imaginación, como atribuir la victoria a descubrir uno de los vizcaínos la apertura de la coraza de los leoneses, punto débil por el que atacarles, y advertírselo a sus compañeros al grito de “¡Sabelian, sabelian sartu!” (¡en el vientre!). Aseguraba Sabino Arana que dicha frase la había oído a ancianos vizcaínos atribuirla a la batalla de Arrigorriaga. Una frase transmitida por tradición oral desde el siglo IX hasta prácticamente nuestros días. ¡Casi nada!.
No es la única fabulación de Sabino Arana sobre el mismo tema. Cuando inventó la Ikurriña como bandera del EAJ-PNV, hoy del País Vasco, también recurrió al mito de la batalla de Arrigorriaga. Sabino Arana traslada las aspas de la bordadura del tradicional escudo del Señorío de Vizcaya al fondo de la Ikurriña cruzada con un aspa verde de San Andrés y respecto a ellas dice que “las siete cruces de San Andrés que están en la bordadura (en el escudo de Vizcaya) significan por su forma la independencia bizcaina por haberse alcanzado el día de san Andrés la memorable victoria de Arrigorriaga contra los españoles...”. Fecha Sabino Arana la batalla de Arrigorriaga el día 30 de noviembre, festividad de San Andrés, del año 888, exactitud asombrosa teniendo en cuenta que se trata de un hecho falto de constatación histórica. Pero es que, además, las aspas de la bordadura del escudo de Vizcaya realmente tienen su origen en la participación de Lope Díaz de Haro, Cabeza Brava, Señor de Vizcaya en la toma de Baza el día 30 de noviembre de 1227, festividad de San Andrés, motivo éste por el que el Rey Fernando III el Santo concedió a todos los participantes el derecho a ostentar en su escudo las citadas aspas de San Andrés.
Esas y otras tantas invenciones y fabulaciones del nacionalismo vasco llevaron a Unamuno a escribir que “si Dios me da salud y tiempo quisiera barrer, con la ayuda de todos aquellos que no tienen la venda de la pasión ante los ojos, la máquina formidable de quimeras y fantásticas invenciones con que han echado a perder una historia sencilla de un pueblo cuya gloria es el ser pacífico, morigerado, laborioso y libre. Aitor, Lecobide, y hasta Jaun Zuría y la batalla de Arrigorriaga son, o hechos totalmente desprovistos de fundamento, o hechos muy problemáticos que no se pueden dar por rigurosamente históricos.”
No obstante su escasa base histórica, también Federico Krutwig, ideólogo de la izquierda abertzale de los años 60 de la que surgió ETA, utilizó el mito de la batalla de Arrigorriaga, comparando un posible pacto con el PSOE a “... escupir en las tumbas de los héroes de Padura ...”.
El pasado 19 de junio el municipio de Arrigorriaga en la provincia de Vizcaya saltó a los titulares de los medios de comunicación con ocasión del asesinato a manos de la organización terrorista ETA del inspector de la Policía Nacional Eduardo Puelles.
Algunos medios de comunicación al narrar el asesinato del inspector de la Policía Nacional se hicieron eco de una antigua leyenda que explicaría el nombre del municipio. Arrigorriaga significa en euskera lugar de piedras rojas. Según dicha leyenda Arrigorriaga se llamaba antiguamente Padura y fue el lugar de una legendaria batalla que enfrentó a vizcaínos con leoneses. En esa batalla tanta fue la sangre de leoneses que vertieron los vizcaínos que Padura pasó a llamarse Arrigorriaga, lugar de las piedras rojas. Otros, por el contrario, opinan que el nombre tiene su origen en las minas de hierro que había en la zona, mineral que daría una tonalidad rojiza a las piedras.
Esta leyenda fue elevada por el nacionalismo vasco a la categoría de hecho histórico y fue muy utilizada a finales del siglo XIX y principios del XX para defender el derecho histórico de la nación vasca a su independencia. Incluso uno de los batallones de gudaris formados por el gobierno vasco durante la Guerra Civil llevaba el nombre de Padura, en alusión a la citada batalla.
Pero lo cierto es que la batalla de Arrigorriaga o de Padura es sólo una leyenda con escaso o nulo fundamento histórico. Aparece por primera vez en el siglo XIV en el Livro dos Linhagens, que el portugués Pedro Alfonso, conde de Barcelos, escribió para justificar el origen nobiliario de Juan Núñez de Lara y María Díaz de Haro, Señores de Vizcaya. Según el portugués un tal Froom, hermano del rey de Inglaterra, acaudilló a los vizcaínos que se enfrentaron a un conde asturiano que les reclamaba el pago de un tributo. De este Froom nacería la dinastía de los Haro. Ya en el siglo XV Lope García de Salazar volvió a escribir sobre la leyenda, siendo esta la versión más conocida. Jaun Zuría o Señor Blanco, mítico primer Señor de Vizcaya, hijo de una princesa escocesa y del duende Culebro, lideró a los vizcaínos en una batalla frente a los leoneses en Padura, que paso a llamarse Arrigorriaga “... que quiere decir en vascuence peña bermeja ensangrentada ... por la mucha sangre que allí fue vertida ...”. El motivo de la disputa fue el apoyo de los vizcainos a los castellanos que luchaban por su independencia de León “En esta sazón se alzó Castilla Vieja contra los reyes de León ... y el rey de León guerreara mucho con Vizcaya, porque era de Castilla”.
Ambos textos tenían como finalidad ennoblecer el linaje de los Señores de Vizcaya, a los que emparentaban con los reyes de Inglaterra o los de Escocia, pero no tienen ningún respaldo en fuentes históricas coetáneas ni posteriores donde no se cita la batalla. A pesar de tan endebles mimbres, la leyenda de la batalla de Padura o de Arrigorriaga fue considerada un hecho histórico cierto por los autores que defendían los derechos forales de las provincias vascas y luego por los nacionalistas vascos. Sabino Arana la convirtió en un hito de la sempiterna guerra entre españoles y vascos y la base para sostener el derecho histórico de la nación vasca a su independencia. En su obra Bizcaya por su independencia, obra fundamental en el nacimiento del nacionalismo vasco, Sabino Arana escribe “...nuestros padres vertieron su sangre en Padura por salvar Bizcaya de la dominación española, por la libertad de la raza, por la independencia nacional...”. Además de ser un puro anacronismo utilizar un concepto como “nación” para referirse a hechos ocurridos en la Alta Edad Media, Sabino Arana aderezó su relato sobre la batalla con detalles sacados de su imaginación, como atribuir la victoria a descubrir uno de los vizcaínos la apertura de la coraza de los leoneses, punto débil por el que atacarles, y advertírselo a sus compañeros al grito de “¡Sabelian, sabelian sartu!” (¡en el vientre!). Aseguraba Sabino Arana que dicha frase la había oído a ancianos vizcaínos atribuirla a la batalla de Arrigorriaga. Una frase transmitida por tradición oral desde el siglo IX hasta prácticamente nuestros días. ¡Casi nada!.
No es la única fabulación de Sabino Arana sobre el mismo tema. Cuando inventó la Ikurriña como bandera del EAJ-PNV, hoy del País Vasco, también recurrió al mito de la batalla de Arrigorriaga. Sabino Arana traslada las aspas de la bordadura del tradicional escudo del Señorío de Vizcaya al fondo de la Ikurriña cruzada con un aspa verde de San Andrés y respecto a ellas dice que “las siete cruces de San Andrés que están en la bordadura (en el escudo de Vizcaya) significan por su forma la independencia bizcaina por haberse alcanzado el día de san Andrés la memorable victoria de Arrigorriaga contra los españoles...”. Fecha Sabino Arana la batalla de Arrigorriaga el día 30 de noviembre, festividad de San Andrés, del año 888, exactitud asombrosa teniendo en cuenta que se trata de un hecho falto de constatación histórica. Pero es que, además, las aspas de la bordadura del escudo de Vizcaya realmente tienen su origen en la participación de Lope Díaz de Haro, Cabeza Brava, Señor de Vizcaya en la toma de Baza el día 30 de noviembre de 1227, festividad de San Andrés, motivo éste por el que el Rey Fernando III el Santo concedió a todos los participantes el derecho a ostentar en su escudo las citadas aspas de San Andrés.
Esas y otras tantas invenciones y fabulaciones del nacionalismo vasco llevaron a Unamuno a escribir que “si Dios me da salud y tiempo quisiera barrer, con la ayuda de todos aquellos que no tienen la venda de la pasión ante los ojos, la máquina formidable de quimeras y fantásticas invenciones con que han echado a perder una historia sencilla de un pueblo cuya gloria es el ser pacífico, morigerado, laborioso y libre. Aitor, Lecobide, y hasta Jaun Zuría y la batalla de Arrigorriaga son, o hechos totalmente desprovistos de fundamento, o hechos muy problemáticos que no se pueden dar por rigurosamente históricos.”
No obstante su escasa base histórica, también Federico Krutwig, ideólogo de la izquierda abertzale de los años 60 de la que surgió ETA, utilizó el mito de la batalla de Arrigorriaga, comparando un posible pacto con el PSOE a “... escupir en las tumbas de los héroes de Padura ...”.
Hoy nadie sensato, ni dentro ni fuera del nacionalismo vasco, da credenciales de veracidad histórica a la supuesta batalla de Arrigorriaga, pero eso no le resta un ápice de importancia como uno de los hitos fundacionales de la ideología nacionalista vasca. Es posible que los asesinos del inspector de policía Eduardo Puelles ignoren el papel que la batalla de Arrigorriaga ha jugado en el imaginario del nacionalismo vasco, pero han sido fabulaciones como ésta con las que el nacionalismo vasco ha ido tejiendo su ideología antiespañola que ha contribuido a alimentar el odio del que ha surgido la violencia en el País Vasco que en los últimos cuarenta años se ha cobrado la vida de más de mil personas.
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