En poco tiempo hemos pasado del acontecimiento planetario que anunció Leire Pajín, al complot internacional que se ha inventado José Blanco para ocultar las responsabilidades del gobierno en la pésima situación económica de España y en su mala prensa internacional
Los líderes del Partido Socialista Obrero Español nos están acostumbrando últimamente a frases que, si bien en un principio hacen las delicias de los comentaristas políticos, con una reflexión más profunda levantan oleadas de preocupación entre la opinión pública informada y los observadores políticos, ya que son indicativas de la dudosa capacidad de quienes nos gobiernan.
El tres de junio del año pasado Leire Pajín, Secretaria de Organización del PSOE, nos sorprendía con unas declaraciones anunciándonos un futuro acontecimiento planetario: "Les sugiero que estén atentos al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta. La coincidencia en breve de dos presidencias progresistas a ambos lados del Atlántico, la presidencia de Obama en EEUU y Zapatero presidiendo la UE”. En su día estas hiperbólicas manifestaciones hicieron las delicias de los humoristas que las parodiaron a gusto. Pero el refranero español es rico y certero y hay una frase que dice que “el tiempo pone a cada uno en su lugar”. Y ¿en qué ha quedado el acontecimiento planetario?. Pues en nada. A principios de año el gobierno español anunció a bombo y platillo una cumbre entre EE.UU y la Unión Europea a celebrar en la próxima primavera en Madrid. Ahora esa cumbre se ha descartado ante la negativa de Obama a asistir a la misma y, además, hemos tenido que aguantar el descrédito internacional de nuestra diplomacia cuando la propia Casa Blanca salió al paso anunciando que nunca se había previsto la asistencia de Obama a dicha cumbre. La imagen del gobierno español y de nuestra diplomacia ha salido dañada en un momento en el que España por presidir la Unión Europea debería demostrar capacidad de liderazgo internacional.
Los líderes del Partido Socialista Obrero Español nos están acostumbrando últimamente a frases que, si bien en un principio hacen las delicias de los comentaristas políticos, con una reflexión más profunda levantan oleadas de preocupación entre la opinión pública informada y los observadores políticos, ya que son indicativas de la dudosa capacidad de quienes nos gobiernan.
El tres de junio del año pasado Leire Pajín, Secretaria de Organización del PSOE, nos sorprendía con unas declaraciones anunciándonos un futuro acontecimiento planetario: "Les sugiero que estén atentos al próximo acontecimiento histórico que se producirá en nuestro planeta. La coincidencia en breve de dos presidencias progresistas a ambos lados del Atlántico, la presidencia de Obama en EEUU y Zapatero presidiendo la UE”. En su día estas hiperbólicas manifestaciones hicieron las delicias de los humoristas que las parodiaron a gusto. Pero el refranero español es rico y certero y hay una frase que dice que “el tiempo pone a cada uno en su lugar”. Y ¿en qué ha quedado el acontecimiento planetario?. Pues en nada. A principios de año el gobierno español anunció a bombo y platillo una cumbre entre EE.UU y la Unión Europea a celebrar en la próxima primavera en Madrid. Ahora esa cumbre se ha descartado ante la negativa de Obama a asistir a la misma y, además, hemos tenido que aguantar el descrédito internacional de nuestra diplomacia cuando la propia Casa Blanca salió al paso anunciando que nunca se había previsto la asistencia de Obama a dicha cumbre. La imagen del gobierno español y de nuestra diplomacia ha salido dañada en un momento en el que España por presidir la Unión Europea debería demostrar capacidad de liderazgo internacional.
El fracaso del gobierno se ha tratado de salvar con la asistencia de Zapatero al Desayuno de la Oración, un acto religioso organizado por el Congreso de los Estados Unidos, pero cuyo efecto ha sido contraproducente en la opinión pública que no entiende la asistencia de Zapatero, un presidente que ha hecho gala de su aconfesionalidad, a un acto de contenido religioso en el que se va a rezar y a leer la Biblia. Que el presidente de los EE.UU vaya a un acto religioso es lógico y coherente si tenemos en cuenta que en ese país 9 de cada 10 personas declaran creer en Dios, que los alumnos inician sus clases con el rezo de una oración y que los políticos terminan sus discursos con un "Dios bendiga América", pero en España para muchos ha sido incomprensible y hasta ridículo que el presidente José Luis Rodriguez Zapatero, que ha convertido en un asunto personal desterrar cualquier símbolo cristiano de la vida pública, acuda precisamente a un acto religioso a rezar.
Y la última ocurrencia de los socialistas ha venido de la mano de José Blanco, ministro de Fomento, que ayer anunció la existencia de un complot internacional contra España, ni más ni menos. Blanco afirmó que: "Nada de lo que está ocurriendo en el mundo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente. Todo responde a un objetivo. Los comentarios apocalípticos sobre la situación económica de España en nada benefician a nuestro país. En este momento hay un ataque al euro y hay que darle una respuesta". Esto suena al manido complot judeo-masónico del que echaba mano el régimen franquista para eludir sus propias responsabilidades y justificar con un enemigo exterior inexistente las penurias por las que atravesaba la España de la posguerra. Así lo han interpretado muchos comentaristas políticos que acusan al gobierno de inventarse complots para ocultar sus propias responsabilidades en la pésima situación económica de España y en su mala prensa internacional. La contestación a las palabras de José Blanco por parte de los comentaristas internacionales ha sido rápida. El Financial Times en su versión digital ha calificado de "simple" la visión de José Blanco de los hechos e incluso ha calificado al ministro de "un poco paranoico".
No contento con “inventarse complots” internacionales contra España, José Blanco en la misma entrevista en la que hacía su sorprendente anuncio, apelaba “al sentido patriótico de todos" para crear confianza. Como ya hiciera en su día Zapatero, que acusó de antipatriotas a los que hablaban de crisis en España, ahora José Blanco de nuevo apela al patriotismo. Este recurso al patriotismo suena más bien a argucia para acallar las críticas internas a la política del gobierno y dicen más bien poco del sentido democrático y de responsabilidad de quienes acuden a estos argumentos para silenciar a la oposición y a la oponión pública crítica con la acción del gobierno. Antes de apelar tanto al patriotismo, los líderes socialistas deberían recordar la frase del Doctor Johnson "El patriotismo es el último refugio de los canallas."
Así navega el barco español comandado por José Luis Rodríguez Zapatero, haciendo aguas por todas partes y con bandazos de un lado a otro, medidas que se anuncian para luego retirarlas, dando una pésima imagen en el interior y en el exterior de improvisación e incapacidad y con un déficit público que va ya por los dos dígitos y que hacen temer a los inversores extranjeros sobre la solvencia económica de nuestro país. Bien haría el gobierno de dejarse de complots y de patrioterismos y afrontar los recortes presupuestarios y las reformas laborales, económicas, educativas y sociales que precisa España para hacer frente a las exigencias de un mundo cada vez más competitivo.
Y la última ocurrencia de los socialistas ha venido de la mano de José Blanco, ministro de Fomento, que ayer anunció la existencia de un complot internacional contra España, ni más ni menos. Blanco afirmó que: "Nada de lo que está ocurriendo en el mundo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente. Todo responde a un objetivo. Los comentarios apocalípticos sobre la situación económica de España en nada benefician a nuestro país. En este momento hay un ataque al euro y hay que darle una respuesta". Esto suena al manido complot judeo-masónico del que echaba mano el régimen franquista para eludir sus propias responsabilidades y justificar con un enemigo exterior inexistente las penurias por las que atravesaba la España de la posguerra. Así lo han interpretado muchos comentaristas políticos que acusan al gobierno de inventarse complots para ocultar sus propias responsabilidades en la pésima situación económica de España y en su mala prensa internacional. La contestación a las palabras de José Blanco por parte de los comentaristas internacionales ha sido rápida. El Financial Times en su versión digital ha calificado de "simple" la visión de José Blanco de los hechos e incluso ha calificado al ministro de "un poco paranoico".
No contento con “inventarse complots” internacionales contra España, José Blanco en la misma entrevista en la que hacía su sorprendente anuncio, apelaba “al sentido patriótico de todos" para crear confianza. Como ya hiciera en su día Zapatero, que acusó de antipatriotas a los que hablaban de crisis en España, ahora José Blanco de nuevo apela al patriotismo. Este recurso al patriotismo suena más bien a argucia para acallar las críticas internas a la política del gobierno y dicen más bien poco del sentido democrático y de responsabilidad de quienes acuden a estos argumentos para silenciar a la oposición y a la oponión pública crítica con la acción del gobierno. Antes de apelar tanto al patriotismo, los líderes socialistas deberían recordar la frase del Doctor Johnson "El patriotismo es el último refugio de los canallas."
Así navega el barco español comandado por José Luis Rodríguez Zapatero, haciendo aguas por todas partes y con bandazos de un lado a otro, medidas que se anuncian para luego retirarlas, dando una pésima imagen en el interior y en el exterior de improvisación e incapacidad y con un déficit público que va ya por los dos dígitos y que hacen temer a los inversores extranjeros sobre la solvencia económica de nuestro país. Bien haría el gobierno de dejarse de complots y de patrioterismos y afrontar los recortes presupuestarios y las reformas laborales, económicas, educativas y sociales que precisa España para hacer frente a las exigencias de un mundo cada vez más competitivo.
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